Moderar en medio de la tormenta: el valor del liderazgo calmo y firme.
- gregorioolivero
- 24 jun
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En contextos de alta tensión política, como lo fue el reciente foro Enela 2025 en La Araucanía, el rol de quien modera un debate no es menor: se convierte en garante del respeto, la equidad y el marco democrático del intercambio. En este caso, la periodista Paloma Ávila asumió ese rol con profesionalismo y entereza, incluso ante una situación que se tornó abiertamente hostil.
José Antonio Kast, líder del Partido Republicano, protagonizó un momento de quiebre comunicacional. Su negativa a respetar los tiempos asignados, su confrontación directa con la moderadora y su desdén por las normas acordadas no solo tensionaron el espacio, sino que evidenciaron una postura que busca imponer en lugar de dialogar. Esta actitud, lejos de fortalecer su imagen, lo posiciona como un actor que desestabiliza en vez de construir.
En contraste, la figura de Ávila emerge como la de una líder accidental pero necesaria, que —a pesar de no ser parte del debate político— se ve obligada a ejercer conducción. Su respuesta fue clara, sin caer en provocaciones ni sobrerreaccionar. Intentó mantener el orden con argumentos, respetando el derecho de los demás panelistas y señalando con claridad los acuerdos previos al foro. Su templanza fue puesta a prueba, y supo sostenerse.
Este episodio es un ejemplo potente de cómo, en momentos de crisis o descontrol, ciertos perfiles logran destacar no por alzar la voz, sino por mantener la calma, por no dejarse arrastrar por la dinámica de la confrontación, y por encarnar los valores que sostienen un diálogo democrático: respeto, claridad y equidad.
Lecciones en liderazgo
Liderar no siempre es gritar más fuerte. A veces, el verdadero liderazgo está en saber decir “no” con firmeza, sin recurrir a la violencia verbal.
La crisis revela carácter. La conducta de Ávila mostró coherencia, mientras que la de Kast mostró impulsividad. En la política y en la comunicación, eso deja huella.
Las reglas importan. No se puede construir un país si los liderazgos se basan en desobedecer las normas cuando no les favorecen. El público lo percibe.
El rol de los moderadores es político. No en el sentido partidario, sino en el de ordenar el espacio común. Son guardianes de los principios que hacen posible el diálogo.
Paloma Ávila no solo moderó un foro. Sin buscarlo, encarnó el tipo de liderazgo que hoy escasea: uno que no cede ante el abuso, que defiende la pluralidad, y que sabe que el tono, en política, es también contenido. En un país polarizado, esos gestos construyen más que cualquier consigna.

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